lunes, 11 de junio de 2012

Del divorcio a la exclusión


El sistema judicial unido a la crisis y el paro lleva cada vez más a los padres separados al riesgo de exclusión social

Ya se habla de la “masculinización de la pobreza”


Ellos sólo quieren divorciarse. Sin embargo, los vericuetos del sistema judicial arrastra a algunos hombres hasta los límites de la pobreza y la indefensión. Por ello, padres separados y divorciados se han organizado para pedir a los jueces un cambio en la jurisprudencia y al gobierno unos cambios legales, que, no obstante, son rechazados por algunos colectivos feministas.
Tras divorciarse y abandonar automáticamente el domicilio familiar, Víctor, a sus 50 años, se ha instalado en una habitación en un piso compartido en Gijón. Con la crisis ha tenido que cerrar este año la cafetería que poseía pero tiene unos gastos fijos mensuales de 200 euros de alquiler de la habitación y 300 de pensión alimenticia a su ex mujer por los tres hijos que tienen en común. “Hasta ahora les recibía los fines de semana que me tocaba en la cafetería, a veces en la calle… pero han dejado de venir a verme. No puedo tener tres hijos en una habitación. Estoy en la indigencia. Mi mujer me dejó y de mi matrimonio heredé deudas, ya que mi mujer había pedido préstamos a mi nombre y estoy endeudado ahora mismo con varias financieras a pesar de haber roto mi matrimonio. Vivo de apañármelas. Me sale algún trabajo esporádico de camarero de fin de semana. Hasta ahora he estado pagando 324 euros de la pensión pero este mes ya no la he podido pagar. La parte económica es muy importante, pero lo anímico es más. Estando juntos los problemas se afrontan de otra manera. Es muy duro llegar a esta habitación y encontrarte solo. Mi madre me está ayudando con su pensión, aunque vive en otra ciudad. Para mi ex mujer no soy su ex marido, soy su enemigo. Cada vez que puede, me denuncia. Una de las denuncias fue por no pagar los libros de los niños cuando yo no tenía dinero para hacerlo ya que la cafetería daba pérdidas. Cuando llegamos a juicio, la jueza no me dio ni opciones. Me faltaban unos papeles y ni pude decir que los llevaba al día siguiente ni nada. Sentí que estaba condenado desde que entré por la puerta”.
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