Jon Barquiel es un hombre «destrozado». Lleva tres meses sin poder abrazar a su hijo Unai, que en unos días cumplirá 5 años. En diciembre, su expareja huyó con él desde Ermua hasta su país de origen, Venezuela, sin avisarle de sus intenciones, sin dejarle ni siquiera despedirse del niño. Se enteró por teléfono cuando Unai ya estaba en Maracay, a miles de kilómetros de distancia de su padre, de su escuela, de sus amigos. En esa llamada, su exmujer le anunció que no tenía intención de regresar jamás a la localidad vizcaína, ni ella, ni tampoco Unai. Su vida dio un vuelco y, desde entonces, Jon no puede ver sin derrumbarse las «miles» de fotos que conserva de su pequeño. Desde diciembre, solo ha hablado dos veces con él; su madre no le deja ponerse al teléfono por «su supuesto bien psicológico, porque llora cuando habla conmigo». Teme haberlo perdido para siempre. «Él es el eje de mi vida y me lo han robado», solloza.
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viernes, 9 de marzo de 2012
«Mi exmujer me ha robado a mi hijo»
LA DRAMÁTICA HISTORIA DE UN PADRE DE ERMUA
Jon Barquiel es un hombre «destrozado». Lleva tres meses sin poder abrazar a su hijo Unai, que en unos días cumplirá 5 años. En diciembre, su expareja huyó con él desde Ermua hasta su país de origen, Venezuela, sin avisarle de sus intenciones, sin dejarle ni siquiera despedirse del niño. Se enteró por teléfono cuando Unai ya estaba en Maracay, a miles de kilómetros de distancia de su padre, de su escuela, de sus amigos. En esa llamada, su exmujer le anunció que no tenía intención de regresar jamás a la localidad vizcaína, ni ella, ni tampoco Unai. Su vida dio un vuelco y, desde entonces, Jon no puede ver sin derrumbarse las «miles» de fotos que conserva de su pequeño. Desde diciembre, solo ha hablado dos veces con él; su madre no le deja ponerse al teléfono por «su supuesto bien psicológico, porque llora cuando habla conmigo». Teme haberlo perdido para siempre. «Él es el eje de mi vida y me lo han robado», solloza.
Jon Barquiel es un hombre «destrozado». Lleva tres meses sin poder abrazar a su hijo Unai, que en unos días cumplirá 5 años. En diciembre, su expareja huyó con él desde Ermua hasta su país de origen, Venezuela, sin avisarle de sus intenciones, sin dejarle ni siquiera despedirse del niño. Se enteró por teléfono cuando Unai ya estaba en Maracay, a miles de kilómetros de distancia de su padre, de su escuela, de sus amigos. En esa llamada, su exmujer le anunció que no tenía intención de regresar jamás a la localidad vizcaína, ni ella, ni tampoco Unai. Su vida dio un vuelco y, desde entonces, Jon no puede ver sin derrumbarse las «miles» de fotos que conserva de su pequeño. Desde diciembre, solo ha hablado dos veces con él; su madre no le deja ponerse al teléfono por «su supuesto bien psicológico, porque llora cuando habla conmigo». Teme haberlo perdido para siempre. «Él es el eje de mi vida y me lo han robado», solloza.