Hay quien usa a sus hijos como bala para romper en mil pedazos el corazón y el alma del otro progenitor. Los padres matan tanto como las madres. Hay poca información sobre el filicidio: algunos se suicidan después de matar al hijo; otros dicen no recordar nada. No cabe en la cabeza de alguien «normal» que vengarse pueda en los hijos la rabia y el odio que siente por la ex pareja. No sé quién hizo desaparecer a esos niños, ni si fue el padre el responsable directo: sólo el cielo lo sabe.
En varios de mis libros he recalcado la importancia y la responsabilidad de averiguar quién es y qué tipo de alma alberga ese hombre al que una mujer quiere convertir en padre de sus hijos. Y viceversa. Puesto que los hijos son lo más sagrado para muchos padres y madres, al igual que no construiríamos una casa en un terreno inestable, no deberíamos tener hijos con alguien que no sea un alma buena, de fiar, que sepa amar, y esto es válido tanto para hombres como para mujeres.