«En Madrid no es necesaria una denuncia o una orden de protección para acceder a muchos recursos. Mi misión es también esa: que las mujeres conozcan esos recursos»
Y lo dice convencida de estar en posesión de la verdad revelada. La presunción de inocencia y otros criterios jurídicos elementales se los pasa por el arco del triunfo.
Conviene recordar los jugosos “privilegios de las maltratadas” que esta feminazi pone a disposición de cualquiera sin que medie siquiera una denuncia. Menos aún una condena que confirme que es víctima. Más aún si tenemos en cuenta que la inmensa mayoría de las denuncias son falsas.
En realidad la ingente cantidad de dinero no se destina a las maltratadas sino a alimentar la elefantiásica industria del maltrato y a todos los que viven de ella.
Por supuesto, no se descuida el adoctrinamiento de la población desde el colegio.
