lunes, 16 de julio de 2012

«Cuando me dijo que se había ido con la niña, fue un mazazo»


Javier López trata de ejercer de padre a casi 2.000 kilómetros de distancia de su pequeña. Este profesor de Secundaria se separó de su mujer hace casi dos años y ésta se marchó a su Alemania natal con la hija que tienen en común. Este vecino de Murcia, de 41 años, denuncia que la única opción que le queda ahora es volar a Múnich para disfrutar de los «escasos» fines de semana que cautelarmente le ha concedido el juez. Él, sin embargo, piensa luchar hasta el final por una custodia compartida que cree necesaria para formar parte de la educación de su única hija. «Lucharé con todas mis fuerzas para conseguirla».
Javier conoció a su exmujer en el estío de 2006 en una de las playas de la cercana Almería. Esta joven alemana, bailaora de flamenco y enamorada de España, apenas tardó un año en hacer las maletas y abandonar Múnich. La pareja comenzó a vivir en Murcia, en el piso de Javier, y en octubre de 2008 una niña cambió para siempre la vida de este docente. Dos años después del nacimiento de la pequeña, sin embargo, la relación de la pareja se quebró y ambos decidieron poner punto y final a su historia. «Nos dimos un tiempo pero no había solución», lamenta Javier.
Durante un intento de mediación, este padre explica que su exmujer expuso su necesidad de abandonar la vivienda familiar para meditar una solución. «Ella quiso salir a casa de una amiga y mientras tanto o le había propuesto que buscásemos una casa cercana para poder turnarnos en el cuidado de la niña, pero ella se fue a casa de una amiga», relata. «Al día siguiente me llamó. Me dijo que estaba en Múnich y que no pensaba volver». Javier apenas logra contener la emoción cuando recuerda ese momento. «Para mí fue un mazazo», confiesa. «Durante ese periodo transitorio, teníamos pensado que pasase las tardes conmigo, en el parque y durmiera conmigo poco a poco hasta la equidad».
El mismo día en que conoció la marcha de su exmujer, Javier presentó una denuncia ante la Policía por sustracción de la menor, pero ésta, asegura, fue rápidamente archivada. Anteriormente había intentado llegar a un acuerdo con la madre para establecer una custodia compartida. Un acuerdo que, recalca, «ella no quiso firmar».
Ante esta falta de entendimiento entre ambos, Javier solicitó la custodia compartida -y la restitución de la menor- en los tribunales -españoles y alemanes- o la custodia para él si la madre no accedía a vivir en España. La casualidad quiso que las vistas de los dos procesos coincidieran en el tiempo, hace un año. La justicia alemana, explica, postergó su decisión a la de los tribunales españoles. Javier, sin embargo, no halló en éstos la respuesta que esperaba. «El juicio duró diez minutos escasos», explica. «Una cosa está clara. El juez interpreto la solicitud de restitución del menor como una oscura maniobra. En este país el papá no cuenta».
En la actualidad, este padre aún no ha logrado la custodia compartida que tanto anhela. El pasado junio, la Audiencia Provincial le concendió la posibilidad de ver a su pequeña fines de semana alternos yla mitad de todos los periodos vacacionales. Él, sin embargo, planea seguir luchando. «Cuando voy a verla todo son barreras y condiciones», lamenta. «Ni siquiera puedo dormir con ella».