ANA. 19.12.2011
Soy la segunda esposa de un hombre divorciado y quiero decir a toda esas ex que nos hacen la vida imposible que recapaciten un poco sobre el esfuerzo que sobrellevamos y los sentimientos que tenemos. Estamos en la sombra, pero aguantamos en silencio y en primera fila todos vuestros reproches, vuestra rabia, vuestro odio... Muchas de nosotras somos madres sin haber parido e intentamos dar a vuestros hijos un hogar donde ser felices, no queremos ocupar vuestro privilegiado lugar ni queremos vuestro agradecimiento, sencillamente queremos vivir tranquilas con la persona que hemos elegido; no es un plato de gusto ser el paño de lágrimas de nuestros maridos, ni tener como luna de miel la responsabilidad de un hogar compartido. Os pido que no nos tratéis con desprecio, ni minusvaloréis nuestros actos para valorarnos a vuestro capricho.
Tenemos voz, pero no siempre voto. Nuestra carrera es un camino lleno de obstáculos que muchas de vosotras nos hacéis insalvable. Desde aquí quiero pediros a todas aquellas ex que os deis por aludidas que somos mujeres como vosotras, que buscamos sencillamente vivir tranquilas, pero sobre todo que nos deis la oportunidad de dar a vuestros hijos el segundo mejor hogar. Gracias.
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