Fernando Ferrín Calamita es magistrado en situación de suspensión de funciones, tras ser fiel a lo que en conciencia entendía el bienestar de una menor en un caso de adopción por una pareja de lesbianas; ejerce actualmente de abogado en Murcia, especializado en temas de familia.
Ya lo dijo Alfonso Guerra –hasta la disolución de las Cortes, Presidente de la Comisión Constitucional, que debe ser la que vela porque Montesquieu siga muerto- hace treinta años: “el que se mueva no sale en la foto”. Hoy se podría reciclar la frase y decir que el que ose ir contra lo políticamente correcto no saldrá en el siguiente escalafón del Cuerpo o profesión que ejerza.
La Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha condenado al juez de Familia de Sevilla Francisco Serrano a dos años de inhabilitación por prevaricación culposa, al pago de las costas y a una indemnización a la madre del menor por 4.000 euros. Y ello por tener la osadía de atender el deseo de un niño, creo que de once años de edad, de prorrogar un día la estancia con el padre para poder salir en una procesión.
Texto completo: