Los hombres también lloran y hasta sufren maltrato de sus parejas. En casos extremos, hasta mueren. Son menos que las mujeres, pero haberlos, haylos. El último caso que ha trascendido mediáticamente sucedió hace sólo cuatro días, en la localidad granadina de Guadix, cuando un hombre de 50 años acabó asfixiado a manos de su esposa cubana, de 48, según ella misma confesó a la Guardia Civil.
Pese a que la lacra se da también al revés, la Administración no ha dispuesto, para los hombres y víctimas que carecen de recursos, ningún tipo de asistencias en sus programas sobre la igualdad. De modo que el calvario que sufren es doble porque a la falta de una red asistencial hay que sumar la vergüenza que les da confesar que una mujer les ha superado y que los demás piensen que son unos «calzonazos».
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