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lunes, 18 de julio de 2011
Las cegueras voluntarias
... Pero quienes más me preocupan son las mujeres (y algún hombre también) que, en cualquier asunto relacionado con una o varias de ellas, parten de las siguientes convicciones inamovibles: a) Las mujeres son siempre buenas y desinteresadas; b) nunca mienten cuando acusan, siempre dicen la verdad; c) en todo litigio con ellas, son siempre las víctimas; d) llevan siempre la razón; e) la justicia ha de dársela, y si no lo hace será corrupta. Todo lo cual conduce a que, si un varón es acusado de abuso, acoso, agresión sexual o violación, numerosas congéneres de la acusadora consideren culpable en el acto al presunto acosador o violador y no admitan otro desenlace judicial que su condena. Es más, si se demuestra su inocencia, es muy probable que dichas congéneres sigan creyendo en su culpabilidad, en una especie de acto de fe, y atribuyan su absolución a la sociedad machista en que vivimos, a que el juez fuera hombre, a una triquiñuela legal o a lo que se les ocurra ...