domingo, 31 de enero de 2010

ABERRACIONES FEMINISTAS

Dejarse llevar por la peligrosa inercia del péndulo nos lleva a pasar de un extremo al otro con una energía cinética devastadora, esto ocurre actualmente con las cuestiones de género, en donde asistimos a una auténtica deriva con connotaciones fundamentalistas y extremistas, deformando el feminismo de equidad y llevándonos al extremo del hembrismo. Se está provocando en España una auténtica fractura social en donde se da traslación del esquema de la lucha de clases a la lucha de sexos. Cómo es posible que el Ministerio de Igualdad aún no se haya pronunciado contra los auténticos problemas de desigualdad, como son el reparto injusto de la riqueza, la tasa alarmante de personas en los umbrales de la miseria, indigentes (mayoritariamente varones), del paro, de la crisis, de la vivienda. Es desoladora la deconstrucción de valores universales como la igualdad, pervertidos y deteriorados por un post feminismo revanchista. Este nuevo feminismo de género polariza la sociedad en personas buenas y víctimas (ellas) y malos y maltratadores (ellos), simplemente por una cuestión cromosómica, lo que rezuma un “tufillo” reaccionario muy peligroso. Se hacen asociaciones de mujeres con discapacidad, cómo si una mujer ciega fuera más discapacitada que un varón con la misma condición. Se crean asociaciones de mujeres juristas para defender exclusivamente a éstas, atentando contra un principio básico del derecho como es que toda persona tiene derecho a ser defendida jurídicamente, asociaciones que consideran que la custodia compartida va en contra de los intereses de las mujeres, atentando contra una máxima esencial en el derecho de familia como es el interés del menor. Se desarrollan en los colegios campañas de coeducación y juguetes no sexistas, campañas del día de la mujer trabajadora o en contra de la violencia de género en donde inoculamos a nuestro alumnos la percepción de que sus padres varones son seres sospechosamente peligrosos, irresponsables y potencialmente agresivos, a parte de violentar a los niños varones con un sentimiento de culpabilidad. Se les invita, mediante el correspondiente lavado de cerebro, a nuestros alumnos preuniversitarios a elegir carreras no sexistas, cómo si nuestros alumnos no tuvieran suficiente información y capacidad para optar por lo que les gusta, pero claro, es el patriarcado opresor el que dirige sus conciencias y su libertad de elección. Se crean en nuestros Ayuntamientos, Consejos de la Mujer, en donde no existe presencia masculina, cómo si el problema de la injusticia social no debería ser debatido armónicamente entre todos, todo ello, da lugar a políticas de identidad muy peligrosas.
Se considera, en un ejercicio de mediocridad intelectual, que el lenguaje es sexista, obviando el devenir lógico de una lengua desarrollada desde Cervantes a Muñoz Molina y las recomendaciones de la Real Academia de la Lengua, señalando que el genérico masculino es una norma no sexista, necesaria para la fluidez, economía y claridad del discurso, siendo el lenguaje de género insostenible desde el punto de vista nervioso.
La discriminación positiva a la mujer es un recurso machista avalado por “femilistas” de la subvención, ¿cómo es posible que la junta de Andalucía reserve presupuestos para proyectos I+D+I liderados exclusivamente por mujeres? Se atentan contra cuestiones esenciales de la justicia social y de la dignidad de las personas como es la capacidad y el mérito; con este tipo de actuaciones se ubica a la mujer en el contexto de la discapacidad social y nos adentramos al ámbito oscuro de la prevaricación; pero claro, determinadas personas se aprovechan de todo esto para su rápida promoción profesional y conquistas de cuotas de poder.
El Ministerio de Igualdad niega la existencia de un maltrato perverso como es el síndrome de alienación parental (SAP), que se llame como se llame (interferencias parentales, utilizar a los niños en contra del otro progenitor) existe, está avalado científicamente, de tal manera que ya ha pasado al conocimiento ordinario, ya que es una constante en las fracturas matrimoniales conflictivas y todo el mundo conoce casos de este tipo, pero ¿cuál es el motivo por el que el Ministerio de Igualdad obvia este maltrato? Para el lobbie ultra feminista el interés del menor es subsidiario del interés de las mujeres, huelga decir que con esta aptitud el Ministerio de Igualdad puede estar dando cobertura a un terrible maltrato y a sus perpetradores/as. Pero además, la custodia compartida, como espacio extraordinario donde ejercer la coparentalidad y corresponsabilidad familiar, baluartes del feminismo, y fórmula innegable para asegurar el bienestar e interés del menor; no merece la menor consideración de este Ministerio y sí la frontal oposición de asociaciones feministas; claro, la custodia para ellas, la casa, las pensiones y demás…
El bastión esencial del fundamentalismo de género es la violencia de género, concepto absolutamente pervertido y en consecuencia todas las leyes que emanan de él, ya que la violencia no tiene género. Género es un concepto lingüístico y la expresión "violencia de género" no tiene sentido, la violencia es propia del ser humano, así en la trayectoria evolutiva de los seres humanos, los hombres han ejercido la violencia física, pero las mujeres, evolutivamente, han desarrollado otro tipo de violencia no menos agresiva, como es la psicosocial, centrada en el acoso, la presión piscología, el desprestigio social, familiar, la reducción de los recursos de la víctima (sociales, laborales) lo que en muchos casos llevan a ésta al suicidio. Algunos autores hablan de androcidio por tasa diferencial de suicidio, es decir que el 80% de los hombres que se suicidan en España estaban inmersos en procesos de divorcio y triplican los casos de suicidios femeninos. Pero el problema radica en considerar que la violencia es unidireccional, del hombre a la mujer, y que por lo tanto, se victimiza a un sexo y se criminaliza eternamente al otro, en consecuencia, las leyes como la de violencia de género atentan contra dos derechos humanos y constitucionales esenciales, la presunción de inocencia y la igualdad ante la ley. Además, esta ley invita de una manera masiva a las denuncias falsas por intereses espurios (custodia, pensiones, subvenciones, vivienda) como ya han denunciado diversos jueces y que están sufriendo miles de padres, encarcelados, desterrados de su hogar, alejados de sus hijos y luego la denuncia se archiva o salen absueltos. Así, el juez Serrano destaca las carencias de la Ley Integral contra la Violencia de Género y afirma que, de las 480.663 denuncias presentadas en sus tres primeros años de vigencia, solo 46.921 acabaron en condena, lo que equivale al 9,7%. Otro elemento clave es la indefinición de maltrato y sus niveles de gravedad, cualquier discusión absurda es maltrato. Pero claro, la violencia de género es el argumento para demostrar que España es infernalmente machista y hay que articular todo tipo de medidas para apoyar a las mujeres, lo que da como consecuencia el desarrollo de una auténtica industria del maltrato que permite la proliferación de “mercenarios de género” que distorsionan la realidad, generan alarmismo social y pretenden hacernos creer que todos los hombres son potencialmente malos, pese a ser España uno de los países de Europa con menos tasa de este tipo de violencia, pese a que los hombres sufren al menos el 20% de la mortalidad de género (datos del Anuario Estadístico del Ministerio del Interior, 2005/06), pese a que gran parte de las víctimas son extranjeras y sobre todo, pese a que las encuestas del CIS demuestran que la violencia de género y los problemas de las mujeres están a la cola de las preocupaciones de los españoles y españolas…
Afortunadamente, la energía potencial del otro lado del péndulo vuelve a convertirse en energía cinética…y todas estas aberraciones de género tendrán tarde o temprano una contundente respuesta social, y los mercenarios de género serán víctimas de sus propias perversiones, no nos olvidemos que al lado de un hombre hay hermanas, madre, hijas, nuevas esposas y viceversa; todos y todas potenciales víctimas de la barbarie de género.


Pedro Ángel Latorre Román