Apuñaló a su marido y al ver que lo había matado trató de fingir que había sido víctima de un atraco y, ya moribundo, había conseguido arrastrarse hasta casa, para fallecer allí. Falló un detalle demasiado evidente: no había rastros de sangre en la entrada de la casa ni en las escaleras, pero en el suelo de la cocina donde Manuel Duncan yacía muerto sí, y la camiseta de «Sarita», su mujer y asesina, aparecía también empapada de rojo.
Una vez en comisaría y sometida al interrogatorio policial de rigor, la mujer empezó a contradecirse en sus declaraciones. Al cabo de un rato sus nervios se quebraron y reconoció que había sido ella la que había propinado la puñalada a su marido, un puntazo a la altura del pecho y con trayectoria descendente hacia el corazón mortal de necesidad.
Una vez en comisaría y sometida al interrogatorio policial de rigor, la mujer empezó a contradecirse en sus declaraciones. Al cabo de un rato sus nervios se quebraron y reconoció que había sido ella la que había propinado la puñalada a su marido, un puntazo a la altura del pecho y con trayectoria descendente hacia el corazón mortal de necesidad.
El antecedente
Verónica G.V. y Rogelio Nicolás, de 30 y 34 años y ambos bolivianos, no tenían antecedente alguno por malos tratos ni órdenes de alejamiento, exactamente igual que el caso de ayer. Ella lo mató a puñaladas el 14 de septiembre tras una fuerte discusión, según declararon los vecinos. Agentes de policía encontraron al hombre ya agonizante en la calle, a la puerta de su casa en Puente de Vallecas. La víctima tenía la ropa manchada de sangre y cortes en el pecho, además presentaba claros síntomas de ebriedad. En el piso, la mujer, con magulladuras en el rostro, las tres hijas de ambos y varios compañeros de piso que, como de costumbre, no sabían nada.
Verónica G.V. y Rogelio Nicolás, de 30 y 34 años y ambos bolivianos, no tenían antecedente alguno por malos tratos ni órdenes de alejamiento, exactamente igual que el caso de ayer. Ella lo mató a puñaladas el 14 de septiembre tras una fuerte discusión, según declararon los vecinos. Agentes de policía encontraron al hombre ya agonizante en la calle, a la puerta de su casa en Puente de Vallecas. La víctima tenía la ropa manchada de sangre y cortes en el pecho, además presentaba claros síntomas de ebriedad. En el piso, la mujer, con magulladuras en el rostro, las tres hijas de ambos y varios compañeros de piso que, como de costumbre, no sabían nada.